Vivimos en una atmósfera política, social y económica que tiende a entorpecer los movimientos rápidos y la respuesta oportuna ante situaciones apremiantes. En el escenario de un desastre natural, una crisis social o un conflicto armado, la población civil es especialmente vulnerable y las estructuras y sistemas de los que depende son los primeros en colapsar. Por definición, la Logística y Supply Chain Management son responsables de garantizar el funcionamiento eficiente y abastecimiento de los sistemas que dependen de ello, por lo cual, son herramientas poderosas para mitigar los efectos de una crisis.
El presente artículo no plantea una solución, pues el autor dista por mucho de contar con la experiencia o el conocimiento para diseñar tal respuesta. Más bien plantea una reflexión, un llamado de atención para que quienes sí cuentan con la experiencia, el conocimiento y principalmente los medios para hacerlo, de hecho lo hagan.
La actualidad tal vez parezca muy cotidiana y ordinaria para nosotros, pues estamos acostumbrados a la velocidad con la que funcionan nuestros sistemas. Vivimos en medio de una cotidianidad que parece de ciencia ficción, pero que superó esas barreras hace tiempo. Hoy la transferencia de información y dinero va a la velocidad de la luz al rededor del mundo (literalmente). Es posible movilizar mercancías y productos alrededor del planeta en cuestión de 36 horas; no semanas ni días, ¡horas!.
Al mismo tiempo, es común ver cómo existen zonas del mundo con necesidades que no dan espera, pero que desafortunadamente somos incapaces de atender. Por supuesto, estas sitaciones giran en torno a diferentes intereses, pero aún cuando tales intereses se alinean y apuntan hacia la satisfacción de las necesidades de poblaciones vulberables o en situaciones de emergencia, se encuentran retos enormes en la coordinación y la definición de estrategias que sirvan para mitigar tales necesidades.
Las empresas dedican enormes cantidades de recursos y esfuerzos a la prevención y mitigación de situaciones que potencialmente afecten sus operaciones, sus ganancias y sus intereses futuros. Departamentos completos, alta tecnología y los mejores profesionales son destinados a la planificación y ejecución de estrategias que «salven» los intereses de las empresas ante situaciones desafortunadas. Y de hecho, funciona…
En grandes desastres naturales como el que vivió la ciudad de New Orleans en Estados Unidos de América en años recientes, fueron las compañías privadas y su infraestructura quienes asistieron a la población civil en primera instancia. El que se considera el gobierno con las fuerzas militares más poderosas y mejor desarrolladas del mundo, tuvo el poder de hacerlo, mas la imposibilidad de la coordinación y la planeación para poder asistir a sus ciudadanos de manera oportuna hizo de este desastre algo mucho más profundo. Por supuesto, tratándose de gobiernos con estructuras y recursos más limitados, los resultados casi siempre son como mínimo vergonzosos.
Debemos preguntarnos por qué no se dedica la misma atención y los mismos esfuerzos con un enfoque civil, dedicado a la protección de los intereses de los ciudadanos y en general de cualquier ser humano que se vea en una situación tan desafortunada como un desastre natural o una guerra. La pregunta no es si acaso podemos manejar estas situaciones de una mejor manera y estar debidamente preparados para ellas. La pregunta tampoco es si acaso podemos ayudar a quien lo necesite, sino más bien si es que queremos hacerlo. ¿Queremos hacerlo?
De la Teoría a la Práctica.
Este no es un tema nuevo, y las situaciones de emergencia tampoco lo son, por supuesto. Existe una extensa bibliografía y una larga línea de estudios que se ha dedicado a estudiar y a desarrollar este tema, por lo que la falta de conocimientos o buenas prácticas no es exactamente una excusa. Más bien se necesita voluntad de parte de los gobiernos de llevar todo este conocimiento a políticas y prácticas reales que permitan hacer uso de los recursos disponibles de manera adecuada al presentarse un siniestro.
América Latina.
En nuestra región vemos constantemente situaciones como estas, que casi siempre son desatendidas y son las personas afectadas quienes se ven aún más perjudicadas por la improvisación y la falta de coordinación en la respuesta ante la crisis. Colombiaocupa el segundo lugar en el mundo en población desplazada forzosamente a causa deconflictos armados, y a lo largo del continente conflictos similares al igual que desastres naturales ponen en riesgo la vida de millones de personas en todo momento. Los gobiernos de nuestros países destinan enormes recursos a la mitigación de dichas situaciones, pero es la falta de coordinación y la corrupción lo que hace que dichos recursos se usen de manera inapropiada, despilfarrando los preciados recursos nacionales e imposibilitando la atención de las emergencias.
Podemos ayudar. ¿Queremos hacerlo?
Como profesionales en Logística & Supply Chain Management contamos con habilidades, herramientas y conocimientos que facilitan enormemente las necesidades de planeación, coordinación de esfuerzos, asignación de recursos, optimización de operaciones, etc. que perfectamente pueden aplicarse y desplegarse en situaciones de emergencia y ser de gran utilidad para la comunidad. Sin importar si deseamos aportar en un enfoque comunitario, local, regional o internacional, es la opinión del autor que todo aquel que esté en la situación de poder aportar debería hacerlo, y de acuerdo con esto, todo profesional en esta disciplina que tenga las facultades de poner sus habilidades a disposición de quien lo necesita tiene el deber moral de hacerlo. Más allá de qué conocimientos se tengan, qué perfil profesional se posea o qué tantos recursos se tenga a disposición cualquier persona debería sentir prisa por ayudar a quien lo necesite.
Sólo por poner un ejemplo, tomemos en cuenta el hecho de que una porción enormemente mayoritaria de nuestro continente es accesible por vía aérea en 7 horas de vuelo o menos. La mayoría de países de nuestro continente cuenta con recursos oficiales y privados para poder prestar ayuda a sus naciones o a naciones hermanas si así lo quisieran. ¿Por qué no sucede con la frecuencia en que se requiere? En muchas ocasiones, se cuenta con los recursos y la voluntad para hacerlo, pero la falta de organización lo impide.
Es posible hacer la diferencia.
Desde la perspectiva de nuestra disciplina es sencillo y relativamente económico contribuir a una emergencia. Tenemos a disposición la infraestructura y los recursos para asistir la movilización y coordinación de esfuerzos ante situaciones de emergencia que acontezcan en la zona de operación de nuestras compañías. Si la empresa para la que trabajamos no está dispuesta a hacerlo, también es posible prestar asesoría y consejo a los organismos que se hacen cargo de la emergencia y aportar con nuestro conocimiento… todo esto, sumado a la infinidad de maneras voluntarias de colaborar socialmente. Hay muchas maneras de hacerlo, la única barrera es nuestra disposición y decisión.
Jorge Luis Botero Bernal.
Excelente artículo Jorge!
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