/ Opinión / Jorge Luis Botero Bernal.
Cada vez es más común ver modelos de negocio y prácticas empresariales que disfrazan su competitividad, la enmascaran en una estrategia que externaliza los costos y los problemas, buscando así llegar a resultados apenas decentes. ¿Hacia dónde nos llevan estas prácticas en América Latina? ¿Cuáles son sus efectos en la Supply Chain?
La creatividad de los profesionales puede alcanzar dimensiones insospechadas, principalmente si se trata de dar con soluciones en momentos de crisis. No es casualidad la longevidad del adagio que recordamos desde siempre: «La necesidad es la madre del ingenio y todos los inventos».
Desafortunadamente esta creatividad en ocasiones es mediocre en sus alcances y miope en sus perspectivas, dejando lugar a una dinámica insostenible de abusos entre las empresas pertenecientes a una supply chain y, en el peor de los casos, abusos a los consumidores de los que la misma supply chain depende.
Ha surgido una tendencia hacia la externalización de costos, dejando en manos de proveedores, clientes y consumidores, los problemas operacionales y financieros de las empresas. Hoy, es común ver cómo proveedores luchan por mantenerse bajo regímenes de plazos de pago que en ocasiones se extiende hasta 120 días. También, es cosa del día a día ver a clientes con problemas de abastecimiento o sobre-stock debido a las políticas de venta de las empresas, que abusan de su posición dominante para vender en cantidades que únicamente les son convenientes en la inmediatez de sus circunstancias sin tener en cuenta las consecuencias sobre sí mismos y sobre sus clientes a largo plazo. Tristemente, los consumidores finales también se ven presos en casos cada vez más frecuentes de fijación de precios concertados, desinformación acerca de sus productos y servicios, cláusulas abusivas de permanencia o exención de responsabilidad y un servicio al cliente de pesadilla.
¿Cuánto tiempo se mantendrán en pie estos esquemas? ¿Que se necesita para que las empresas, o mejor, las personas a cargo de las empresas, tengan la inteligencia y la visión suficientes para darse cuenta de que sus estrategias abusivas son insostenibles? Ninguna empresa podrá sobrevivir sin sus proveedores, y ninguna supply chain tiene sentido alguno si no existen clientes y consumidores a quienes atender.
Poco a poco los consumidores se van cansando de los abusos, y dejan de lado los productos y servicios que aunque les sean necesarios, abusan de ellos y de sus necesidades. El ejemplo más claro de esto es el transporte público; la mala gestión y control sobre estos servicios han vuelto el modelo insostenible colmando la paciencia de los usuarios. Ahora, que la tecnología permite a empresas privadas revolucionar el esquema con nuevas ofertas como la de Uber y otros servicios similares, los modelos tradicionales se revuelcan y tratan de atajar lo nuevo de cualquier manera posible. Lo más ridículo de este caso, es que los modelos tradicionales y obsoletos intentan atajar a los nuevos cometiendo el mismo error de antes: dejando de lado al consumidor y centrándose únicamente en sus propios beneficios. Mientras esto sucede, la mayoría de usuarios converge -«…prefiero pagar (o incluso lo mismo) más por un buen servicio, que menos por un servicio abusivo«-. Yo confieso que también hago parte de esta enorme mayoría de usuarios.
Lo mismo sucede con las empresas. Son muchos los casos de marcas excelentes, de altísima participación en el mercado, que deliberadamente deciden no vender sus productos en los canales de distribución de grandes superficies debido a los abusos que las grandes cadenas ejercen sobre sus proveedores: tarifas astronómicas, condiciones de pago inauditas, promociones obligadas, multas elevadas por niveles de servicio y externalización de costos a unos niveles jamás vistos.
Las empresas en américa latina están inmersas en una dualidad peligrosa. Economías que hasta hace muy poco, o aún hoy presentan niveles de crecimiento importantes, mercados crecientes y condiciones «favorables» para la expansión económica, pero al mismo tiempo políticas desactualizadas, infraestructura deficiente y consumidores cada vez más exigentes. Esta dualidad, desde mi humilde perspectiva, es una bomba de tiempo para los viejos modelos de las Supply Chains latinoamericanas que, si siguen en su inercia, serán solo parte de la historia en muy poco tiempo.
La competitividad en Colombia es lamentablemente un asunto de Retórica y mucho menos aprovechando la integración de las cadenas de suministro, tema que aún sigue sin entenderse claramente.
Mucho bla, bla, bla y muy pocas realizaciones. La Ciencia y el arte de Supply Chain Management se convirtieron en palabras mágicas que se usa para VENDER o venderse -> Protagonismo.
SCM es una disciplina holística que requiere cambios dramáticos en la forma de pensar y trabajar que nuestras organizaciones aún no alcanzan porque siguen confundiendo SCM con Logística.
Ni siquiera las mejores universidades tienen programas sobre la verdadera objeto de estudio.
Las industrias siguen confundiendo SCM con Logística.
Muchas, pero muchísimas presentaciones, foros internacionales, etc. (bla, bla )
La competitividad de las cadenas de suministro se logra con conocimientos y y cambios de actitude racionalmente aplicados, las tecnologías y procesos son meros habiitadores.
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